Monocyte es un cómic curioso. Como miniserie cerrada de cuatro episodios, fuera de casi todas las convenciones, me parece un experimento más que aceptable. Su argumento — dos razas inmortales en el final de los tiempos se enfrentan al apocalipsis que les trae el “monocyte” — es razonablemente atractivo. Y el arte, bastante superior a la media del género, podría colgar sin dificultad de alguna galería.

Sin embargo, a excepción de algunas páginas aisladas, la extrema dificultad de los textos impide el disfrute total de la obra. Los diálogos son apenas inteligibles, en un intento fatal de oscurecer la trama para darle un empaque innecesario. No es que me parezca mal que dos razas eternas hablen de forma diferente a como lo hacemos ahora, ni me parece una decisión errónea que sus diálogos beban de Shakespeare y no del ambiente poligonero. Es que no hacia ninguna falta, y el preámbulo de Monocyte, rico sin las trabas presentes después en toda la obra, lo demuestra.  El resultado global desluce por completo  una serie que podría haber sido un revulsivo para el género y se quedó en un mero juego de efectos.

Como ejemplo, he cogido una página al azar. Reproduzco aquí el texto íntegro (es un monólogo):

“Whether there be trees of life and knowledge is not fruit for me to give”.

“I provide no answer, only possibility. Yet still you endlessly trouble yourselves with a myriad projection”.

“You are manifested desire of desire”.

“Take comfort that in your hasty disregard I thrive, your blinding ambition flourish, through your hope I fester, within irrelevance I may eternally dwell”.

“The schism again fractures”.

“Sleep cannot cast you from me”.

“Fear is misrepresentation,”

“Happiness a bloated indifference”.

“The game is long”.

Ese tono elevado es permanente a lo largo del trabajo, pero la necesidad de sostenerlo penaliza el entendimiento hasta que apenas es comprensible. Complicar un texto es sencillo; lo verdaderamente difícil es saber hacerlo sólo en la medida justa. Y aquí, por desgracia, no lo consiguen.

Aún así, como lector primero en digital (a tráves de Comixology) y después de la excelente edición en tapa dura — de enormes dimensiones, las únicas que hacen justicia a la labor del ilustrador — tengo la impresión de que merece la pena seguir la pista al tándem creativo Kasra Ghanbari (guión) y Menton3 (guión e imágenes) aunque en este cómic hayan tropezado en la piedra equivocada.

PD. El proyecto 44 Flood, en el que ambos andan enredados, tiene un aspecto tremendamente prometedor.