Feb
06
2015

The Three-Body Problem, de Liu Cixin



No es la primera vez, ni será la última, que una novela me produce sensaciones contradictorias. The Three-Body Problem, del escritor chino Liu Cixin, es, no obstante, la lectura reciente en la que más enfáticamente he experimentado la dualidad entre lo sublime y lo grotesco.

Antes del salto, un aviso: esta reseña contiene (muy pocos) spoilers.

Me gusta ser claro: T3BP es una novela terrible. Nefasta. Torpe. Y sin embargo es un libro enorme, adictivo y soberbio. A lo largo de esta reseña trataré de reconciliar esta dicotomía aparente. Para ello, además de con mi opinión (o mejor dicho, para guiar mi opinión), cuento con las preguntas que han remitido varios compañeros de El Fantascopio y cuyas reseñas cruzadas sobre esta misma novela podéis (y debéis) leer a través de los enlaces que más adelante incluyo.

Primero, unos datos bibliográficos: aunque Liu Cixin es un autor de gran éxito en China, las distancias espacio-culturales habían limitado hasta el momento la disponibilidad de sus obras en otros idiomas. Antes de la publicación de esta novela, sus trabajos en inglés –traducidos habitualmente por Ken Liu— se reducían a un puñado de relatos (dentro de Terra Nova 3 disponemos de uno de ellos en español). El propio Liu (Ken) ha sido el artífice de la espectacular traducción de este primer volumen (y del tercero) de la trilogía, bautizada oficialmente como Remembrance of Earth’s Past pero sinecdoquizada como T3BP (de manera similar a lo sucedido con Canción de Hielo y Fuego). Desconozco por qué el segundo volumen de la obra de Cixin fue encargada a otro traductor y prefiero no elaborar hipótesis.

¿Por dónde comenzar? T3BP no es un libro de reseña sencilla. Abarcar todos sus aspectos y perfilar con justicia sus luces y sus sombras demanda una entrega que quizá sobrepasa mis energías, pero no, como demuestra su extensa reseña, las de Miquel Codony, quien me interroga con muchísimo acierto sobre la «chinidad» de Cixin y sobre cómo influye en nuestra valoración el hecho de que T3BP sea una obra de una cultura tan diferente a la nuestra.

Creo que esta pregunta está en el núcleo de cualquier análisis de este trabajo, así que le dedicaré un buen trozo de reseña.

Hace tiempo, en alguna parte, leí un texto en el que se denunciaba que habíamos olvidado cómo interpretar a los clásicos griegos. Su autor afirmaba que ya no sabemos leer a Homero, a Eurípides, a Esquilo. El argumento, cuyo detalle he olvidado, era convincente: la distancia tremenda entre aquellos hombres y nosotros es un abismo difícil de salvar. Por ejemplo, lo que para nosotros era una enumeración tediosa, para los helenos tenía un valor simbólico incalculable; lo que a nosotros nos parece una enorme escena de acción, para ellos es tan sólo un preámbulo para la importante ofrenda a los dioses. Ambos, ellos y nosotros, tenemos focos distintos. Ambos, padres e hijos, buscamos cosas diferentes. Lo valioso no es universal, sino cultural.

Quizá es cierto que hemos olvidado cómo leer a los clásicos occidentales. Con T3BP ha surgido en mí el convencimiento de que nunca hemos aprendido a leer a los orientales.

La obra está plagada de errores, de monólogos ineptos, de situaciones inverosímiles. Un primer vistazo hace levantar las cejas al lector europeo. Pero si rompemos la costra y miramos dentro, bajo esa tosca superficie emerge la impresión rotunda de que no se trata de errores, sino de una manera diferente de contar. Estamos educados en las formas y los ritmos de la novela moderna occidental: respondemos ante ciertos estímulos, frente a ciertas señales. Pero Cixin no transita nuestros mismos cauces. Aceptando un esquema paneuropeo de evaluación, la novela se tuerce. No hay integración entre escenas, el ritmo está confundido, avanza a trompicones, se aplana cuando debería subir y repunta bruscamente. Es evidente que no sigue nuestro patrón, pero sigue un patrón, un esquema distinto. Cixin no trata torpemente de corregir u ocultar problemas, sino que se hace patente que no los reconoce como fallos. No tiene necesidad de maquillaje.

La valoración misma de asuntos como la Revolución Cultural China y sus tramas políticas es dramáticamente opuesta dependiendo del ojo que los estudie: fechas y sucesos que no significan nada para nosotros ejercen sin duda un profundo impacto en el lector oriental. Hasta los nombres de los protagonistas nos dificultan el acercamiento. Las distancias culturales son considerables y atenúan en nosotros los sentimientos codificados por Cixin en su obra.

Es quizá en este punto donde procede contestar en parte a la pregunta de Josep María Oriol (que reseña T3BP aquí) acerca del mayor acierto del libro. Para mí, los grandes momentos, más allá de los desarrollos tecnológicos y el sentido de la maravilla, son aquellos en los que la situación humana que narra trasciende máscaras culturales y habla de temas reconocibles y universales (el reencuentro de la protagonista con las jóvenes que maltrataron a su padre, por ejemplo), mientras que el principal problema que yo atribuiría a esta novela es su lento arranque, su prólogo extendido y camuflado durante 50 páginas en las que nuestra percepción continuada es la de estar leyendo algo que no es importante en sí mismo.

Abordo ahora la pregunta sobre el estilo de Cixin que me formula Cristina Jurado (cuya reseña de T3BP podéis leer en este enlace) y la mezclo con el segundo acierto que le debía a la pregunta de Oriol. Algunos rangos del estilo de Cixin, o lo que de él llega a través de esta traducción a un lector cuya lengua nativa no es el inglés, son la suavidad formal y la ausencia de ornamentos –algo generalmente deseable en cifi– combinados con un potente desarrollo teórico de los elementos tecnológico-científicos. Y es aquí, en esta elaboración necesaria de los temas naturales de la ciencia ficción, donde más brilla el estilo particular de Cixin, que he denominado desarrollo verosímil diferido (DVD). El esquema del DVD se repite a lo largo de la novela: Cixin propone algo absurdo, una especie de boutade sobre la que sistemáticamente elude cualquier explicación hasta que se olvida y no se le da más importancia. Y entonces la retoma (diferido), la justifica (verosimil) y la hace imprescindible dentro de la historia. Esta estrategia es particularmente efectiva con el aficionado al género, dado que en nuestro ADN viajan ya las instrucciones genéticas para asumir sin más explicaciones lo fantástico y poder mutarlo posteriormente a lo científico. El matiz diferencial de Cixin con otros escritores de género no es la demora en la explicación, sino el hecho que de lo que propone sea patentemente absurdo al comienzo para después estar plenamente argumentado.

Nunca es recomendable extenderse más de lo debido, y esta reseña va llegando a su fin. Me dejo casi todo en el tintero electrónico, desde los personajes (Da Shi justifica por sí sólo la novela) al gigantesco espectro de ámbitos que trata Cixin a los portentos científicos a lo ingenioso de sus soluciones a los instantes de sensibilidad auténtica a lo emocionante de su lectura a… Dejo también de lado los tropiezos argumentales, lo improbable de los trisolarianos y las casualidades, y concluyo sobre Cixin que es increíble cuando es bueno, y sobre T3BP que es sólida por sus grandes momentos y mágica por los excelentes, hasta el punto de hacer irrelevantes sus muchos fallos.

Decía casi al comienzo que T3BP es una novela nefasta. Reformulo ahora esa frase: se trata de una novela occidental nefasta. Pero a un libro nacido de otra cultura hay que saber abrirle un hueco para que pase con sus propios valores, no con los nuestros.

Puede que hayamos perdido a los clásicos griegos, pero quizá es el momento de encontrarnos con los asiáticos.

PD. Aunque no participe en esta reseña cruzada, no puedo dejar de enlazar el fabuloso blog Sense of Wonder, de Elías Combarro, descubridor de Cixin en España y cuya estupenda reseña podéis leer aquí.


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