Apr
15
2012

Reseña de La pesquisa, de Juan José Saer



Bendita Internet que nos salva tantas veces de hacer el ridículo.

No sé si le ocurrirá a todo el mundo (no hay dos lectores iguales) pero leer un buen libro que nadie más conoce, hacerlo antes de que sea popular, es uno de mis mayores placeres. Normalmente esto implica “descubrir” al autor. Sobre todo por esto, para descubrir nuevos talentos, es por lo que leo novedades; para leer buenos libros ya tenemos los que ha seleccionado la historia.

Con este espíritu emprendí la lectura de La pesquisa, de Juan José Saer, novela negra publicada por Rayo Verde,  editorial que acaba de abrir sus puertas – y a la que aprovecho para desear larga vida y fortuna.

Y con ese mismo ánimo de descubrimiento prematuro disfruté de La pesquisa desde las primera líneas, atrapado por su prosa argentina, reposada y hermosa:

La pesquisa, de Juan José Saer

Allá, en cambio, en diciembre, la noche llega rápido. Morvan lo sabía. Y a causa de su temperamento y quizás también de su oficio, casi inmediatamente después de haber vuelto del almuerzo, desde el tercer piso del despacho especial en el bulevar Voltaire, escrutaba con inquietud las primeras señales de la noche a través de los vidrios helados de la ventana y de las ramas de los plátanos, lustrosas y peladas en contradicción con la promesa de los dioses, o sea que los plátanos nunca perderían las hojas, porque fue bajo un plátano que en Creta el toro intolerablemente blanco, con las astas en forma de medialuna, después de haberla raptado en una playa de Tiro o de Sidón – para el caso es lo mismo – violó, como es sabido, a la ninfa aterrada…

 

Con esa escritura tranquila y musical se desarrolla la acción, destejiendo sin prisa no una trama, sino dos, la de Morvan el detective, que busca al descuartizador de ancianitas parisinas y la de Soldi, Pichón y Tomatis, descubridores de una obra de origen y autor desconocido sobre la guerra de Troya.

No es La pesquisa una novela común: no se desarrolla como uno espera, ni avanza como uno espera, ni termina como uno espera. Y esto es bueno: reventar las expectativas del lector fuerza a que se replanteen, vistas desde una nueva óptica, y se comprendan no como normas sino como costumbres.

Al terminar de leer esta novela laberíntica escrita con prosa magistral y buscar algo de información sobre Saer para incluir en esta entrada fue cuando, como tantas otras veces, me sentí como el navegante de Chesterton, que zarpó aventurero desde las costas británicas en busca de un nuevo mundo y en viaje circular acabó descubriendo su querida Inglaterra: yo creí haberme topado con un  fabuloso nuevo talento y resultó ser uno consagrado.

Saer no solo no es una pluma de nuevo cuño, sino que falleció en 2005  y (según Wikipedia) está considerado “uno de los escritores argentinos más importantes“. Ricardo Piglia – de quien se incluye al final del volumen una conversación con Saer – dice de él que es (que era) uno de mejores escritores actuales en cualquier lengua.

Me escuece reconocer mi ignorancia: he leído poco de nuestra tierra hermana fuera de la Santísima Trinidad de BorgesCortázar y Sabato. Pero también es dolorosa la tendencia de publicar basuras ilegibles mientras se deja caer en el olvido la obra de grandes narradores de nuestro idioma.

Gracias a Rayo Verde por ir contracorriente.

Nota final: 8,5


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