Jun
25
2012

Reseña de Railsea, de China Miéville



Por supuesto podemos empezar por cualquier parte: por el desconcertante, original y brillante comienzo, por el final ligeramente decepcionante, o por la capacidad narrativa del escritor. Cualquier punto de arranque es válido, como en el mar de raíles (railsea), pues en esta novela todos los puntos están conectados.

Si imagináis un mundo donde el mar es de arena cubierta de infinitos raíles, los capitanes Ahab persiguen con trenes a gigantescos leviatanes tuneladores y Jim Hawkins — obsesionado por los desechos del mar de raíles — busca un intangible tesoro a través de un particular mapa, tendréis una imagen aproximada de lo que ofrece Railsea.

Por supuesto no es todo tan sencillo. Miéville rinde homenaje a muchos clásicos: Moby Dick y La isla del tesoro  de manera prominente, pero también a Robison Crusoe, Roadside Picnic, Dune, etc. siempre con una mievillesca vuelta de tuerca, dando profundidad y resonancia a esta novela de aventuras.

Por ejemplo: un narrador omnisciente que hace las delicias del lector y que se emplea con sabiduría, intercalando sus monólogos entre los capítulos de narrativa convencional.

Por ejemplo: sustituyendo todos los “and” del texto por signos “&”, metáfora de las infinitas intersecciones y cruces en el mar de raíles (el narrador omnisciente dedica una pequeña sección a describirlo; creo que hubiera quedado igual de claro y mucho más elegante si no se hubiera explicado).

Por ejemplo: los capitanes persiguen animales subterráneos, pero los consideran filosofías. Y explican en puertos y tabernas cómo progresa su investigación, su análisis filosófico de esas teleologías, ansiando formar parte del Museo de la Realización, al que sólo pertenecen los heroicos capitanes que han dado caza a sus sueños.

Podríamos seguir, pero creo que es hora de bajar.

Railsea es una lectura de la que puede surgir una curiosa película, pero que se queda en terreno de nadie: entre la literatura juvenil y la adulta, entre lo meramente entretenido y lo verdaderamente intenso; exactamente donde su capitán deseaba amarrar este tren, pero no justo donde a este pasajero le hubiera gustado desembarcar.

Nota final: 8


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