Muchos recordaréis al popular señor X, ese ejemplar de escritor tan pagado de sí mismo que no necesita a nadie más y que ignora cualquier consejo porque está por encima de ellos.

Hoy traigo una novela de su antónimo, el humilde y sencillo artesano que sabe que publicar un primer libro no te hace más escritor  de lo que hornear una barra de pan te hace panadero.

De entre las muchas que recibo, Anochecer en El Puerto es la única novela de un autor anónimo cuyas primeras páginas me gustaron tanto como para solicitarle el libro completo.

El prólogo nos introduce en el nacimiento de la leyenda de Drácula y de Vasnu, el gitano que le plantó cara y cuya estirpe está destinada a acabar con él. Se presagia una historia de vampiros al uso pero esta percepción se derrumba cuando entran en escena Martínez y Manteca, los Pepe Gotera y Otilio del Madrid detectivesco, tan cutres, chuscos y puteros que Mortadelo y Filemón parecen agentes doble cero a su lado.

En esta divertida historia, la primera sobre Martínez y Manteca de las varias que prepara Pérez Ayrault, los detectives se ven envueltos en tiroteos, rencillas ancestrales y profecías que se encargarán de hacer cumplir con memorable torpeza y falta de talento.

Hilarante y de escritura trabajada (excesiva a veces), convence como primera novela aunque no está exenta de defectos tanto en la solidez de la trama como en la difícil gestión del humor.

La edición es nefasta y sirve para demostrar que cada euro que se gaste en un corrector ortotipográfico es dinero bien gastado. El autor se ha hecho con todos los ejemplares disponibles del libro y va a pasar a promocionarlo él mismo al margen de la editorial. También prepara una versión digital de la novela.

Creo que el mejor halago que le puedo hacer a Anochecer en El Puerto es que me recordó mucho a la experiencia lectora (no a la trama) de Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, de Pablo Tusset: no es una novela redonda, no se puede recomendar sin reservas y hay muchísimo que mejorar, pero se palpa que el autor es una buena veta.

Ojalá otros también la descubran.