2013 ha sido un año literario curioso en muchos sentidos: he colaborado con un relato en la antología solidaria Sincroniciudad; he recibido un premio por otro cuento; he coseleccionado los textos para Visiones 2012 junto a mis amigos Los VerdHugos, con quienes sigo grabando el podcast por el que además nos han nominado –y premiado– con un Ignotus; he terminado el primer borrador de una novela (sorry, no link to that); he traducido y autopublicado una novela; he sido mencionado en los agradecimientos de varios libros; Esteban Bentancour (autor de Los ojos que miran), en un ejercicio de lógica inversa, me regaló su libro en agradecimiento por mi blog; he actuado como lector cero y como lector editorial, …
Si hace tan sólo un par de años alguien me hubiera presagiado un 2013 así, bueno, no le habría creído. No hay nada especialmente meritorio en esa lista, ni nada excesivamente vergonzoso. Lo que sí hay es un compendio de eventos sobre los cuales únicamente he tenido una pequeña parte de control. Si nos paramos a pensarlo, la mayoría de las cosas que nos suceden no corren de nuestra cuenta ni son consecuencia directa de nada previo que hayamos pensado, dicho o hecho. Lo único que está en nuestra mano es seguir intentado cosas, seguir proponiendo y fabricando y equivocándonos para algunos pero acertando, acertando indudablemente para nosotros. Es verdad que no sabemos adónde conduce el camino, pero sólo cada uno de los pequeños pasos que damos nos hará avanzar: quedarse quieto no es nunca la respuesta si se quiere llegar a alguna parte.
Como lector también ha sido un año de cambio (¿hay alguno que no lo sea?). Mi paciencia ante libros malos o que simplemente no me apetece leer ha aumentado considerablemente. No quiero hacer augurios para 2014 pero esta tendencia difícilmente irá a menos.
Goodreads dice que han sido 62 los libros que he leído, y no se equivoca demasiado. De entre ellos destaco tres:
El primero es una serie de ensayos del escritor más inteligente que conozco, el segundo una novela que se podría calificar como perfecta y el tercero un libro de relatos de ciencia ficción que son absoluta dinamita.
Sobre libros malos podría hablar largo y tendido, pero es fin de año: dejémoslo estar.
No quiero despedirme sin hacer mención a un maravilloso suceso: el nacimiento de la editorial Fata Libelli. Una triple apuesta (por el libro electrónico, por los relatos de género y por la máxima calidad) que merecen mi aplauso y agradecimiento como lector.
Veremos dónde nos conduce 2014 y si es mejor o peor que el año que se va. Sea como sea, gracias por estar ahí.
Feliz año.