Conversaciones con David Foster Wallace
Nace una envidia tensa cuando nos encontramos con alguien ligeramente superior a nosotros: lo percibimos casi como un igual, con dones al alcance de nuestra mano. Sólo medra entre nosotros una breve distancia, salvable con voluntad, trabajo y esfuerzo. Nos cuesta aceptar su supremacía porque no la entendemos como algo definitivo, sino temporal.