Aug
20
2012

El arco iris de gravedad, de Thomas Pynchon



Un avión está diseñado para ofrecer poca resistencia al aire. Para tomar tierra, despliega el tren de aterrizaje. En caso de fallo de éste, puede hacer un aterrizaje de emergencia posando la panza con suavidad, decelerando antes todo lo posible. Sólo una pequeña porción del casco rozará contra la superficie.
En el agua, la brusca penetración desde un medio de poca resistencia (el aire) a uno con gran oposición al avance (el agua), hará en la mayoría de los casos que el casco del avión sea atacado simultáneamente por múltiples zonas que chocan con el agua como si de miles de muros se tratara, pudiendo hacer que se desintegre por completo.
Aterrizar en tierra es difícil. Hacerlo en agua es un milagro.

Este pequeño fragmento de información no aparece en El arco iris de la gravedad (GR desde ahora por sus siglas en inglés) aunque bien podría hacerlo. Este pequeño fragmento viene a cuento de que GR es el agua fría del océano y yo un avión que se ha destrozado al leerlo.

GR está considerada por muchos críticos como una de las mejores novelas del siglo XX, y por la mayoría como una de las más difíciles. Su autor, Thomas Pynchon, es todo un misterio: no concede entrevistas y hace décadas que no se tiene una foto suya, por lo que su aspecto es desconocido.
Como calentamiento antes de leer GR, hinqué el diente a La subasta del lote 49. Una trama sutil plagada de disgresiones que acaban envolviendo la historia principal. Me resultó desconcertante. Me gustó.
No esperaba grandes sorpresas en GR. El resultado fue mi total detonación.

Haré un resumen de los distintos puntos que podrían aparecer en una reseña. Esto no es una reseña: no se puede reseñar esta novela, porque no es una novela.

1. La trama

GR no tiene trama. Si la tiene, yo no la he descubierto. Mejor dicho: tiene decenas, cientos de tramas. Todo cabe. El hilo conductor (por llamarlo de una manera) es un misil alemán de la Segunda Guerra Mundial en torno al que suceden las historias. En cada página puede hablarse de un tema diferente, desde la construcción de Londres hasta la química orgánica hasta todas (to-das) las variedades de sexo conocido. Partiendo de un mismo punto, se dispersan y reúnen como siguiendo un arco iris.

Criptonomicon se basa en GR. Pero Cryptonomicon es a GR lo que un matasuegras a la bomba atómica.

2. Los personajes

Hay decenas de ellos. Soy incapaz de recordarlos a todos. Las relaciones que establecen son imposibles de seguir si no es con papel y lápiz, e incluso así no sé si tiene sentido intentar descifrarlas.

3. El ritmo

Las cien primeras páginas son densas pero se pueden leer. Las siguientes cuatrocientas son un muro de hormigón que intentas rascar con un mondadientes usado. Las cuatrocientas siguientes (una vez que has desistido de intentar comprender algo) son tan densas como las cien primeras. He tardado quince días en leer este libro; para otro de la misma longitud hubiera tardado tres. Para haber leído GR decentemente hubiera debido dedicarle al menos tres meses.
Llega un grito a través del cielo”, comienza la novela. Es el grito del lector, retratado por Munch.

4. La prosa

Increíble. El libro ocupa 900 páginas en mi edición. Cualquier otro escritor hubiera ocupado el triple para incluir la misma cantidad de información, si hubiera dispuesto de ella. GR es una enciclopedia de todo, de todo habla con erudición y detalle, con intuición profunda y maestría. Y con mucho humor. Si otro autor tratara de contar la historia de una bombilla llamada Byron en veinte páginas cerraríamos el libro por lo ridículo que resulta. Con Pynchon no sólo la leemos sino que disfrutamos la persecución que sufre y cómo es acosada por los grandes cárteles de bombillas, un delicioso juego de símbolos y paralelismos con la propia historia global de GR. No hay ninguna ironía en mis palabras: es fascinante. Este señor es un genio.

5. El disfrute

Ninguno hasta que te rindes. Después, comienzas a saborearlo. Hay tantísima información, tantísimas piezas que encajar como en el avión desintegrado del comienzo. No sé si alguien lo ha conseguido, no sé siquiera si es posible. No hay pies ni cabeza.

En conciencia, no puedo decir que la haya disfrutado. Y no puedo achacárselo sólo a ella: como en las parejas, creo que es culpa de ambos. Por mi parte, sé que no le he dedicado el tiempo y la atención necesarias y sé que he crecido como lector gracias a GR; no se puede decir eso de todos los libros.

6. Conclusión

Cela decía que es novela todo aquello que tenga escrito “novela” en la portada. GR es sólo una novela bajo esa definición. Bajo cualquier otra, es un galimatías.

¿Volveré a leer a Pynchon? Sin duda. Parece que GR no es su texto más difícil sino que, en cierta medida, todos son así. Iré más preparado. O con más precaución.

Hay cinco reglas para el paranoico en este libro. Yo propongo otras cinco para el lector de Pynchon. Trataré de aplicármelas la próxima vez.

Reglas para el lector de Pynchon:

1. No tiene sentido correr. Dedícale su tiempo.
2. Paladea cada trozo: disfruta el viaje.
3. Cualquier tema cabe, en cualquier momento.
4. Internet y las enciclopedias son tus aliadas.
5. No todo tiene que tener sentido. Si lo tiene, nadie te obliga a encontrarlo.


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