Jul
09
2012

Reseña de El cementerio de barcos, de Paolo Bacigalupi



La nueva novela de Paolo Bacigalupi desembarca con fuerza: finalista del National Book Award, ganadora de un Locus y del Michael L. Printz de 2011, El cementerio de barcos es la primera aproximación del popular escritor a la novela juvenil.

Tras el éxito mundial de La chica mecánica (reseñada aquí) nos llega esta historia de amistad, lealtad y valores en un mundo desolado, carente de alimentos y materias primas; el mismo que encontramos en su anterior obra,  pero esta vez lejos de Asia: en Nueva Orleans.

Incluso la estructura es vagamente parecida; comienza El cementerio con Nailer, un joven que repta en lo más profundo de un barco encallado dentro del que trata de arrancar racimos de cables de cobre para su cuadrilla, que los entregará después a sus superiores por una mísera paga. Zoom out y nos encontramos en una playa donde se amontonan miles de cadáveres leviatánicos, restos metálicos de una época de derroche e ignorancia: la nuestra.

No terminan aquí las similitudes entre las dos obras: abundan los medio hombres, seres genéticamente modificados con aspecto y furia perrunas y fuerza descomunal, entrenados para la obediencia servil a su amo hasta su muerte. Las chicas mecánicas tenían otra función menos belicosa, pero los autómatas guerreros de los que Bacigalupi nos habla tangencialmente  en su anterior novela tienen mucho en común con Tool y los de su raza.

Otro punto en común entre los dos libros es su excelente traductor, Manuel de los Reyes, lo que no sólo garantiza la calidad, sino la homogeneidad de las traducciones en los puntos donde coincidan términos y conceptos.

Paolo Bacigalupi

Paolo Bacigalupi

Bacigalupi sabe crear ambientes: la atmósfera, palpable y convincente, es uno de los puntos fuertes tantos de la novela con de este autor. Sin embargo, mientras que en La chica mecánica los personajes nos dejan — al menos a mí — un tanto fríos, Paolo ha mejorado mucho en ese sentido en esta novela: sin llegar a ser memorables, Nailer y el resto de componentes de la historia están mucho mejor construidos y resultan totalmente creíbles.

Por el contrario, la profundidad con la que trata los grandes temas (cambio climático, modificación genética, etc.) en su anterior novela desaparecen en ésta, dando paso en cambio a más acción y una trama sencilla. Lógico: diferente público, diferentes reglas.

Como en muchas historias juveniles, hay una parte de moralina, pero funciona muy bien y no resulta cargante. Los paralelismos entre los “ricos” del futuro y nosotros son potentes; la imposibilidad de que todo el mundo tuviera coche o se pudiera gastar tanto combustible insensatamente lejos de ser meros reproches forzados se moldean bien para encajar  adecuadamente dentro de la historia y aportar un matiz de reflexión a lo que esencialmente es una novela muy entretenida.

El cementerio de barcos es, en resumen, una excelente elección para leer este verano.

Nota final: 7


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