Es un síntoma de nuestro tiempo que ya nadie lea a Olaf Stapledon.
Uno de los grandes creadores de la ciencia ficción, admirado por legión de escritores — Wells, Clarke, Lem, Stanley Robinson, … — y cuya influencia en el género sólo es superada por la del propio Wells, está hoy olvidado, relegado fuera de todas las listas de lectura.
Muchos libros deberían venir con instrucciones; algunos de hecho lo hacen y, como bien apuntan en el fabuloso blog Fata Libelli, la industria del negro sobre blanco se afana en dar pistas sobre ellas al comprador. Las novelas de Stapledon están mal ubicadas en la sección de ciencia ficción de las pocas librerías que todavía las ofrecen: sus grandes trabajos, Hacedor de estrellas y Últimos y primeros hombres, deben leerse como libros de historia o filosofía.
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